Un sacrificio extraño II parte
- Indira C.
- 9 feb 2018
- 2 Min. de lectura

Previamente, hablamos sobre una petición que se le hizo a Abraham, debía entregar a su hijo y sacrificarlo; vimos cómo Dios probó la fe de este hombre y como Dios usa las pruebas para purificar nuestra fe. En Génesis 22 también nos habla del hijo de este hombre quien se llama Isaac, aquel joven camino con su padre hasta el lugar donde se haría el sacrificio, llevando consigo mismo la madera con la que más adelante se ejecutaría el holocausto, Isaac no comprendía cual iba a ser la ofrenda que se quemaría en aquel lugar porque no llevaban ningún animal con ellos, Isaac le pregunto a su padre “¿Dónde está el cordero para el holocausto?” Abraham contestó: “Dios proveerá cordero”.
Luego, cuando llegan al lugar donde se había indicado que sería el holocausto y con voz temblorosa, Abraham reveló a su hijo el mensaje divino. Con terror y asombro Isaac se enteró de su destino; pero no ofreció resistencia. Isaac había aprendido desde su niñez la obediencia, así que cuando el propósito de Dios le fue mostrado, lo acepto y lo considero como un honor el ser llamado a dar su vida en holocausto a Dios. Isaac tenía la misma fe de su padre así que lo animo a que atara las cuerdas y lo sujetara al altar.
De esta manera, el padre levanta el cuchillo para dar muerte a su hijo, y de repente su brazo es detenido. Un ángel del Señor llama al patriarca desde el cielo: “Abraham, Abraham”. Él contesta en seguida: “Aquí estoy”. De nuevo se oye la voz: “No extiendas tu mano sobre el muchacho ni le hagas nada, pues ya sé que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste a tu hijo, tu único hijo”. (Vers. 11, 12). Entonces Abraham vio “un carnero a sus espaldas trabado en un zarzal”, y en seguida trajo la nueva víctima y la ofreció “en lugar de su hijo”. Lleno de felicidad y gratitud, Abraham dio un nuevo nombre a aquel lugar sagrado y lo llamó “Jehová Yireh”, o sea, “Jehová proveerá”. (Vers. 13, 14.)
Isaac no tuvo que morir porque hubo un sustituto, el carnero que fue encontrado en el zarzal tomo el lugar de Isaac y fue sacrificado. ¡Dios proveyó el cordero!, esta historia se repitió muchos años después, Dios envió a su único hijo para que muriera en nuestro lugar, merecíamos la muerte, pero Cristo el cordero inmolado se colocó en nuestro lugar, él cargo la cruz tal como Isaac cargo aquella madera para el sacrificio, Jesús no se opuso y fue sacrificado. No hubo voz que clamara: “¡Basta!” El Rey de la gloria entregó su vida para salvar a la raza caída. ¿Qué mayor prueba se puede dar del infinito amor y de la compasión de Dios? “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿Cómo no nos dará también con él todas las cosas?” Romanos 8:32.
Acepta este regalo que fue dado en esa cruz, En lugar de muerte, Jesús nos da vida, JESÚS MURIÓ POR TI PARA QUE TU VIVAS POR ÉL.
Σχόλια