No digas que NO si no lo has probado
- Isaac R.
- 18 dic 2017
- 2 Min. de lectura

No sé si les ha pasado que, en cierto momento de la conversación con un nuevo amigo, te interrumpe con la frase: “Eres muy diferente a lo que pensaba de ti”. Y por supuesto nuestra curiosidad nos lleva a preguntar qué concepto era ese que tenía la persona. Y conforme vas indagando, te vas dando cuenta que en realidad no eres nada de lo que esa persona tenía como referencia. Y mientras la curiosidad sigue haciendo lo suyo, ahora el interés se despierta hacia cómo fue que llegó a elaborar ese concepto, en la mayoría de las veces, muy equivocado. La observación a distancia y las referencias dichas por otras personas, resultan ser las culpables de tal confusión.
Seguramente te lo han dicho, o tú se lo has dicho a alguien, porque es muy común que suceda. Construimos conceptos y nos hacemos ideas de las personas solo escuchando los comentarios y observando a la distancia, pero luego sucede que al acercarnos, compartir y crear vínculos, descubrimos o empezamos a construir el verdadero concepto. Pero esta vez, basado en nuestra propia experiencia y no los rumores de pasillo.
Al pensar en eso, me llego a preguntar si será que con Dios ha pasado lo mismo. Al mirar alrededor y ver todos los diferentes conceptos, creencias e ideas de Él que circundan por el mundo, me hace pensar sobre cómo construí el concepto que yo tengo sobre Él. Será que estuve observando a la distancia, o quizás solo escuchando lo que decían los demás, y no me he dado la oportunidad o la tarea de verificar por mí mismo si el concepto que tengo es el real, o solo estoy creyendo en los rumores de alguien más.
Al igual que con las personas, a Dios solo se le conoce acercándose a Él, teniendo una relación y una comunicación con Él. No sé por qué a veces esperamos que con Él pase de manera diferente, y simplemente nos quedamos escuchando lo que dicen los demás, pero nunca vamos más allá de eso. Y luego cuando alguien nos pregunta por Él, decimos lo que hemos escuchado, sin saber siquiera si es cierto o no, porque no nos hemos tomado la molestia de conocerlo realmente. ¿Y si todo lo que me han dicho estuviera equivocado? ¿Y si resulta ser que el concepto que tengo de Dios, no es el correcto? ¿Lo que sabes de Él, es porque tú mismo lo descubriste, o simplemente decidiste creer la historia de alguien más? Seguramente eso nos deja mucho en qué pensar, porque sabemos que existe y que un día vamos a estar frente a Él, y la relación que hayamos tenido con Él, determinará nuestro destino para bien o para mal. No sé tú, pero en ese momento, yo preferiría estar contado entre sus amigos. Pero sé que para eso debo conocerle realmente. ¿Qué tal si empiezas hoy?
Comments